Pasar al contenido principal

Mensaje de estado

Secretos y sorpresas paseando por Génova

Secretos y sorpresas paseando por Génova

Había una vez (y todavía ahora) una ciudad en que muchos eran pescadores, navegantes, artesanos y comerciantes. Desde el puerto partían cada día veleros y naves mercantiles directas a lugares exóticos, de nombres casi “mágicos”: Las indias, la Nueva América. Al retorno de sus travesías traían productos exóticos, preciosos y desconocidos: seda, especias, fruta exótica. El puerto y sus entornos por tanto eran el corazón de una ciudad en bullicio permanente.
Sus habitantes iniciaron a construir muchas viviendas, como el espacio no era muy extenso tuvieron que hacer crecer las casas en altura, estrechas, estrechas, pegadas entre ellas y altas, altas. Así como nosotros las podemos ver hoy visitando el corazón de Génova.

Génova es una ciudad para pasear mirando a lo alto.
En este laberinto de calles y callejuelas (vicoli, en genovés caruggi), grises por la pizarra de sus techos y empedrados, llaman la atención las estrechas fachadas, todas coloradas de rosa , rojo y amarillo, con bellas persianas verdes. Sobre los edificios más altos e importantes,  podemos ver enteras historias en forma de fresco (pintadas) en las fachadas: podrás ver héroes, soldados, princesas y divinidades en acción en aventuras míticas o históricas. Reconoces alguno?

Paseando por las callejuelas se hacen descubrimientos curiosos: por ejemplo, sus nombres casi siempre indican nombres de tiendas y artesanos, que allí trabajaban. Es por esto que encontramos el vico della Lepre (calle de la liebre), vico della Rosa (calle de la rosa), vico del Ferro (calle del hierro), vico delle Foglie Nuove (calle de las hojas nuevas) y delle Foglie Vecchie  (calle de las hojas viejas), vico degli Indoratori (calle de los doradores), vico dei Lavatoi (calle de los lavaderos), vico delle Pietre Preziose (calle de las piedras preciosas), piazza delle Oche (plaza de las ocas), via degli Orefici (calle de los joyeros): No teneis la sensación de estar en una ciudad digna de fábula?. Podéis probar a inventar de nuevas: como te gustaría que se llamara la calle dónde vives?

Hay tantos pequeños y grandes tesoros por descubrir... Hay placetas que se abren de forma inesperada, con fuentes brotando y palomas revoloteando; mientras, de vez en cuando, algún que otro gato acurrucado descansando.
En el centro de estas plazas a veces hay una iglesia pequeña pequeña: la familia de los nobles genoveses hacían construir sus iglesias propias, por esto no hacía falta que fueran especialmente grandes. Pero en su interior se pueden encontrar obras de arte maravillosas, algunas grandes, también pequeñas.
A veces, si la fortuna está de tu lado puedes pasar delante de portones abiertos que nos regalan una rápida visión de pequeños jardines con plantas, fuentes o viejas estatuas, a veces un poco melancólicas, pero fascinantes siempre. De reojo, a veces, podrás ver a través de alguna ventana las decoraciones de estuco dorado que recubren salones enteros: ¡parece todo oro auténtico!
En los ángulos y sobre los portones de muchos edificios podrás ver (siempre que no vayas muy deprisa), miles de tesoros que tímidos se asoman como por ejemplo "edicole con Madonnine" (pequeños altares con pequeñas vírgenes) y otras imágenes sagradas, que desde siglos asisten silenciosamente a las necesidades de la ciudad, o angelitos que escalan jugueteando alrededor de portones de mármol y pizarra que observan con curiosidad a aquellos que entran y salen. De vez en cuando sobre algún portal encontramos la imagen de San Giorgio (San Jorge), protector de la ciudad: lo vemos siempre a caballo, con su brillante armadura, mientras se enfrenta al terrible dragón para salvar a la princesa: !una bellísima historia!

Pero las sorpresas no acaban aquí. Como hemos dicho antes, Génova ha basado su historia en la artesanía y el comercio. Todavía hoy nos regala con sus "Botteghe Storiche", que son antiguas tiendas que se han mantenido como eran y con el mismo trabajo después de muchos y muchos años.

Hay de muchos géneros, pero aquellas que interesan más a vosotros los niños golosos, son las pastelerías... ¡y hay muchísimas! Es como descubrir la obra mágica de enanitos golosos, que a escondidas han rellenado las vitrinas de fundentes perfumados, gelatinas de colores bellísimos, confetti rellenos de sorpresas, o antiguos siropes de la abuela. Como aquel de  rosas, pequeños pralinés colorados con una gota Rosolio (licor de rosas), chocolatinas recién hechas, aromas de cacao y miles de otros perfumes. Todavía más: tartas, caramelos, pizzas, tortas saladas, farinata... y la focacha, que es buenísima! Chiquillos, ¿no tenéis la sensación de estar en el país de las maravillas?